lunes, 18 de septiembre de 2017

¿Hay menos cáncer en los pueblos?

Cuando hablamos de cáncer suele salir el tema de que en los pueblos se vive mucho mejor. Más tranquilidad, menos contaminación, mejor alimentación, etc. Pero también hay que tener en cuenta que hay menos hospitales y servicios sanitarios que en ciudades grandes sí existen. Lo cierto es que la intuición parece indicarnos que debería haber menos muertes causadas por tumores en zonas rurales que en urbanas, pero necesitamos datos para poder comprobarlo y tenerlo claro.

Para resolver esta pregunta, me he basado en los datos de defunciones causadas por tumores según el tamaño del municipio de residencia en el año 2015 y en los de población por tamaño del municipio a 1 de enero de 2016. Después he clasificado el número de defunciones en cada sitio en un tanto por cien mil. Por ejemplo, en municipios de entre 10.001 y 20.000 habitantes la cifra de 2015 fue de 222 por cada 100.000 personas. Una vez obtenido el número de muertes en cada tipo de municipio los he agrupado en una tabla para poder compararlos mejor de manera visual. El resultado ha sido el siguiente:



Basado en datos del Instituto Nacional de Estadística en cuanto a fallecimientos por tumores según tamaño de municipio y datos de población total por tamaño de municipio.

Municipios menores de 10.000 habitantes: 278 de cada 100.000 habitantes. 
Municipio de 10.001 a 20.000 habitantes: 222 de cada 100.000 habitantes.
Municipio de 20.001 a 50.000 habitantes: 205 de cada 100.000 habitantes.
Municipio de 50.001 a 100.000 habitantes: 209 de cada 100.000 habitantes.
Municipio mayor de 100.000 habitantes: 219 de cada 100.000 habitantes.
Capitales de provincia: 253 de cada 100.000 habitantes.

El resultado es probablemente muy diferente al que muchos podrían pensar, en el año 2015 el tipo de municipio donde más defunciones hubo a causa de tumores en proporción a su tamaño fue en los más pequeños, aquellos que tienen menos de 10.000 habitantes. Esta cifra se va reduciendo a medida que aumentamos la población del municipio hasta llegar a los 50.000 habitantes, a partir de la cual vuelve a subir, denotando un importante aumento en las capitales de provincia.

¿A qué se debe esto? ¿Es menos sana la vida en un pueblo que en la ciudad? Como hemos visto en las entradas anteriores, lo primero que hay que hacer cuando encontramos anomalías de este tipo es recurrir a la edad, uno de los factores de riesgo más importantes a la hora de desarrollar un tumor. Para ello, lo mejor será fijarnos en la edad media de la población española según el tamaño de cada municipio. De la misma forma que antes, he realizado una tabla para comparar mejor los datos, pero esta vez con los de 2017 (no deberían variar mucho con respecto a los de 2015):
Tabla obtenida a partir de datos del INE en cuanto a edad media por tamaño de municipio y cantidad de población por tamaño de municipio

Como era de sospechar a estas alturas, obtenemos unos resultados con una forma muy parecida a la anterior gráfica. Observamos que en los municipios pequeños, los menores de 10.000 habitantes, la edad media de la población es de 45 años (e incluso roza los 58 años en todos aquellos municipios menores de 101 habitantes). Esto es debido a que en muchos casos, la mayoría de los habitantes de los pueblos son personas mayores, ya sea porque se retiran a sus pueblos natales para descansar o porque los jóvenes emigran a otras ciudades para buscar trabajo. A medida que aumentamos el tamaño del municipio va bajando la edad media hasta llegar a los 41,3 para los residentes de municipios de entre 20.000 y 100.000 habitantes. Después se eleva hasta los 43,3 en aquellos que tiene más de 100.000 habitantes.

El resultado es muy similar al de la gráfica anterior, y vuelve a dejarnos claro que es más probable fallecer a causa de tumores a medida que envejecemos, siendo aquellos sitios en los que hay más personas mayores aquellos donde aumente esta cifra. No obstante, esto no quiere decir que la ciudad sea más sana que los pueblos, pues aunque tengamos más infraestructuras es cierto que hay más contaminación en el aire y la vida es mucho más ajetreada, pero esto no se refleja en los datos porque la contaminación del aire solo es responsable del 2'4% de las muertes por cáncer a nivel mundial.  Y en cuanto al estrés o la ansiedad, no hay evidencia de que sean capaces de causar cáncer por sí solos, aunque sí pueden favorecer la aparición de malos hábitos como fumar, beber alcohol o llevar una mala alimentación. 

De nuevo, volvemos a sacar la misma conclusión que en las dos anteriores entradas, y es que a pesar de que haya muchos factores que pueden afectar a nuestro ADN produciendo mutaciones cancerígenas, el principal de ellos es la edad.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿Influye dónde vivo en el riesgo de morir por cáncer?

Esta es una pregunta que nos solemos hacer al tratar temas como el cáncer, y es que se suele decir que"el código postal es más importante que el código genético". Pues sí, es cierto que hay estudios que demuestran que según en que región vivas, es más o menos fácil morir a causa de un tumor. Una buena forma de ilustrarnos es gracias a este mapa de Europa en el que podemos ver el ratio de fallecimientos por cáncer según cada una de las regiones del continente (en el año 2012):



Si nos fijamos en España, observamos claras diferencias entre unas Comunidades Autónomas y otras. Por ejemplo, vemos que Asturias, Galicia o Castilla y León son las comunidades donde más gente muere por cáncer por cada 100.000 habitantes. En cambio, Andalucía, Murcia o Madrid son las que más bajas tienen dicho índice. ¿Por qué? Lo primero que podemos pensar no es sino que dichas regiones tienen más malos hábitos que otras (fumar, beber alcohol o no hacer deporte) y que por eso es más fácil que a una persona le aparezca un tumor, y por tanto que fallezca. También podríamos pensar que hay algo, ya sea una mayor cantidad de antenas de radio (cosa que tras muchos estudios no se ha demostrado que sea capaz de producir cáncer) o un mayor índice de radón (declarada como sustancia cancerígena para el ser humano según la OMS) que está causando un aumento de las muertes por cáncer en dichas regiones.

Sin embargo, hay un factor del que ya hablamos en la anterior entrada de este blog que se nos suele olvidar a la hora de evaluar este tipo de resultados, la edad. Podría ser que estas diferencias entre unas comunidades u otras sea debido principalmente a la edad de las personas que habitan en cada zona, y es que quizás en unas regiones no solo se vive más que en otras, sino que hay mayor cantidad de personas mayores. Para ello, he creado este mapa basándome en los datos que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística para el año 2012 en cuanto a la edad media de la población de cada una de las Comunidades Autónomas de España (no confundir con las provincias), obteniendo el siguiente resultado:



Así, las zonas más oscuras son de aquellas Comunidades Autónomas en las que la edad media de la población es mayor, y las más claras donde es menor. Como podemos observar, este mapa es casi idéntico al anterior, coincidiendo aquellas regiones donde la edad media es mayor con aquellas en las que el índice de muertes por cáncer es mayor, ocurriendo lo mismo en el caso opuesto. Esto nos indicaría lo que estábamos sospechando, y es que el principal motivo por el que aumenta la probabilidad de morir de cáncer es, simplemente, el envejecimiento.


Pero no debemos precipitarnos, y es que aunque esta sea la razón principal, sí hay factores que pueden aumentar la posibilidad de que nos aparezca un tumor y que dependen exclusivamente de la zona en que vivamos. Por ejemplo, la radiación solar, que también está en la categoría de carcinógenos para el ser humano según la OMS. A pesar de ello, al ver el mapa del promedio de la radiación solar que llega a la superficie terrestre en España que nos ofrece la Aemet observamos esto:



Si lo comparamos con el mapa del cáncer, no tiene nada que ver. Y es que aunque la radiación solar sea un elemento importante a la hora de poder favorecer la aparición de tumores, no causa diferencias notables en las diferentes zonas de España. Observamos que, por ejemplo, zonas como Andalucía o Murcia, que son las que menos índice de mortalidad por cáncer tienen, reciben mucha más radiación que Galicia, donde el porcentaje de las muertes de este tipo es realmente mayor.


Otro caso es el del radón, que según la OMS es el causante de entre el 3% y el 14% de los casos de cáncer de pulmón a nivel nacional. Ayudándonos entonces de los datos del INE, el radón sería el causante en el peor de los casos de unas 3.000 muertes en España en el año 2012, un 2'7% del total. El mapa del índice de radón por zonas de España que nos ofrece el Consejo de Seguridad Nuclear es el siguiente:



Visto así, no podemos sacar conclusiones claras con respecto al índice de muertes por cáncer, y es que algunas regiones como Castilla y León o Galicia sí coinciden en cuanto a un mayor ratio de defunciones por tumores. Dado que puede ser el causante de hasta unas 3.000 muertes por cáncer de pulmón al año, es posible que la presencia de radón sí influya notablemente a la hora de representar el primer mapa. No obstante, este mapa no es tan preciso como el de la edad media, pues no es capaz de explicar por qué en la Comunidad Valenciana hay más fallecimientos por cáncer por cada 100.000 personas que en Andalucía, cuando es en esta última en la que mayor presencia de radón existe. Lo mismo ocurre con Aragón y Madrid.

También existen otros factores que pueden favorecer la aparición de un cáncer sin llegar a dejar un rastro importante a nivel regional. Uno de ellos es vivir cerca de una mina de carbón a cielo abierto, donde el riesgo de fallecer por cáncer de colon es casi un 10% mayor al resto de la población y el de pulmón un 6,6%. También aumenta de forma muy parecida para la gente que vive cerca de cementeras para los casos de cáncer colorrectal y de estómago. También sufren un riesgo elevado las personas dedicadas a la fabricación de pinturas, tintes, gomas, cuero, aluminio, ciertas sustancias químicas industriales y los conductores de camiones, posiblemente por su exposición a las emisiones de los motores diésel.

Es muy importante que tengamos claro qué cosas son responsables de la aparición de un cáncer y cuáles no. A pesar de que muchos crean lo contrario, tras una enorme cantidad de estudios no se ha demostrado que ni los teléfonos móviles ni las antenas de radio o cualquier otro tipo de aparato que emita radiación no ionizante sean capaces de favorecer la aparición de tumores. 

La conclusión que podemos sacar tras tener toda esta información es más o menos clara: sí, hay regiones en las que el ratio de muertes por cáncer es mayor que en otra, pero esto se debe principalmente a la edad media de cada zona, y aunque hay otros factores que también pueden afectarnos de la misma forma según la zona en la que vivamos, no son tan importantes como el envejecimiento.


sábado, 19 de agosto de 2017

¿Hay cada vez más muertes por cáncer?

La respuesta corta, sí, así lo dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística). Incluso se pronostica que seguirán aumentando, tanto los casos como las defunciones. 

Pero, ¿a qué se debe esto?, ¿están favoreciendo las nuevas tecnologías la aparición de todo tipo de tumores en el ser humano?, ¿nos están envenenando con lo que comemos?, ¿está el aire contaminándonos?


Lo primero que debemos conocer son los factores de riesgo de esta enfermedad, es decir, aquello que propicia la aparición de un tumor. Los principales son: fumar tabaco, beber alcohol, la mala alimentación y la inactividad física . También hay muchos compuestos químicos (como el benceno o el formaldehído), productos alimenticios (carne procesada y pescado salteado al estilo chino), virus (hepatitis B, hepatitis C o algunos tipos de papiloma) y efectos físicos (radiación nuclear u ondas electromagnéticas ionizantes) que pueden causar tumores en el ser humano, aunque no lo suelen hacer a grandes niveles. Pero se nos olvida uno de los más importantes y, por desgracia, el que menos podemos evitar, la edad. Y es que la probabilidad de padecer cáncer aumenta exageradamente a medida que envejecemos. 



Esto nos hace sospechar de que, quizás, el aumento del cáncer se deba al aumento de la esperanza de vida y en que cada vez son más fáciles de curar otras enfermedades. El principal problema no sería que estamos más expuestos a factores carcinógenos, sino que cada vez es más difícil morirse por cualquier otra enfermedad.


Para estar seguros de esto, vamos a comprobarlo a partir de los datos que nos ofrece el INE de acuerdo a las defunciones que ha habido en España en el año 1999 y en el 2015 (escojo estos años porque son el primero y el último en el que se pueden ver las estadísticas a nivel nacional), y es que tras 16 años ha habido muchos cambios. Hagamos una tabla para verlo más claro:

                                                               1999                                               2015

Defunciones                                                       371.102                                           422.568
Defunciones por tumores                                94.566                                            111.381
Porcentaje de muertes por tumores              25,48%                                           26,36%

Como podemos observar, en 16 años el porcentaje de gente que fallece por tumores ha aumentado casi un 1%. Aunque pueda parecer poco es aún mayor si miramos 50 años más atrás, y es una cifra que va en aumento. Pero, ¿a qué se debe tal aumento?

Si nos fijamos en las estadísticas, en el año 1999 la esperanza de vida al nacer en España era de 78,72 años, mientras que en 2015 fue de 83,38. Pero no solo vivimos más, también hay más ancianos que antes, hasta el punto en que la cantidad de personas mayores de 80 años en España es casi el doble en 2015 que en 1999. En 2015, un 62% de las personas que perdieron la vida tenían 80 años o más, cuando en 1999 fueron el 47%. Esto supone un avance enorme en salud en un período muy corto, pues hemos pasado de que lo más común fuera fallecer con menos de 80 años a que esto sea ahora "lo raro". Visto así y conociendo lo importante que es la edad a la hora de favorecer la aparición de un tumor, no es de extrañar que cada vez haya más casos y muertes por cáncer.


Lo cierto es que estos datos no son suficientes para concluir que si cada vez muere más gente por cáncer es por culpa de la edad. Para ello, tenemos una gráfica en la que compararemos las defunciones por tumores en 1999 con las de 2015 según la edad. Representaremos la edad en el eje horizontal (cada número es un grupo de 5 años, por ejemplo, el grupo 3 es de personas entre 10 y 15 años) y el número de muertes en el eje vertical:

Naranja: 2015
Azul: 1999


Podemos confirmar visualmente lo que ya sabíamos, que en 2015 hubo más defunciones por tumores. No obstante, nos podemos fijar en un curioso hecho, que la línea naranja solo empieza a estar por arriba de la azul a partir de las personas mayores de 50 años. En las menores son más las defunciones en 1999.

¿Cómo es que si cada vez hay más muertes por cáncer obtenemos estos valores? Pues porque como sospechábamos, hay cada vez más personas mayores y que viven más y la incidencia del cáncer depende fuertemente de la edad. Los avances de la medicina no son suficientes como para compensar las defunciones por tumores en personas mayores. En cambio el número de jóvenes es parecido, por lo que los avances de la medicina están permitiendo que se puedan salvar más vidas.



Ahora bien, lo mejor para comprender el problema es distinguir entre dos cifras diferentes: el porcentaje de las defunciones asociado a tumores y la probabilidad de fallecer debido a un tumor. Esto es muy importante, pues imaginemos una sociedad en la que con 40 millones de personas, solo mueren 1.000 en un año, siendo 900 de ellas de cáncer. Los datos serían estupendos, puesto que aunque el 90% de las muertes son causadas por tumores, solo hay 900 defunciones frente a las más de 100.000 que lo hicieron en 2015. Sabiendo esto, tenemos que en 1999 el cáncer fue la causa de la muerte del 25% de los menores de 50 años. En 2015 esta cifra había aumentado hasta el 31%. En cambio, solo 18 de cada 100.000 personas fallecieron en 2015 sin haber vivido medio siglo, mientras en 1999 fueron 25 de cada 100.000. Y no solo con este grupo de edad, sino con cada uno de los grupos observamos está contradicción. ¿Por qué se dan estas circunstancias tan antiintuitivas?

La clave está en el número de muertes totales, que ha disminuido en más de 10.000 personas en ese tiempo a pesar de que el número de personas menores de 50 años ha aumentado.

Pero, ¿de qué murieron en 1999 esas más de 10.000 personas que no lo hicieron en 2015? Pues casi la mitad, 4.370 personas, lo hicieron por causas externas de mortalidad (entre las que se incluyen accidentes de tráfico, suicidios, asesinatos y todo tipo de accidentes), y es que hemos mejorado mucho en seguridad en estos años. Otros 1.299 lo hicieron de SIDA, ya que la medicina ha mejorado mucho en la lucha contra esta enfermedad. También fueron 571 personas más las que perdieron la vida por infarto agudo de miocardio. Incluso en cuanto a las enfermedades del sistema respiratorio, son 392 defunciones menos en 2015.

Teniendo en cuenta únicamente estos cuatro casos, observamos que en 2015 se evitaron al menos 6.632 muertes en menores de 50 años que en 1999 hubieran ocurrido. Esto quiere decir que si en 1999 se hubieran tenido los avances en seguridad y en medicina (en las disciplinas nombradas) que se tuvieron en 2015, el 34% de las muertes se habrían debido al cáncer, cifra mayor que la de 2015. Y esto sin tener en cuenta el resto de avances médicos.

Podemos sacar una clara conclusión: sí, el porcentaje de defunciones debido al cáncer es cada vez mayor, pero cada vez es más probable sobrevivir a esta enfermedad, y si esa cifra aumenta es porque cada vez es menos probable morir de otras cosas.


Entonces, ¿la tecnología no es la responsable de que cada vez haya más cáncer? Pues lo cierto es que la inmensa mayoría de los estudio científicos no han hallado ninguna relación entre los campos electromagnéticos no ionizantes (producidos por teléfonos móviles o microondas) y la aparición de tumores. Otros campos como los utravioleta o rayos X sí que pueden causar daños en el ADN y por tanto faovrecer la aparición de tumores. ¿Y en cuanto a la alimentación? ¿No nos está envenenando los gobiernos con lo que comemos? Aunque este es un pensamiento muy extendido, existen listas de aditivos estrictamente controladas por las autoridades donde se indica la dosis máxima de uso (en mg de aditivo por kg de alimento) y se hacen muchos controles diarios para asegurarse de que se cumple la ley y no se venden cantidades tóxicas para el ser humano. ¿Y lo de la carne roja y procesada que dijo la OMS en 2015? En cuanto a la carne roja no hay nada confirmado aún, pero la procesada sí se encuentra en la lista de productos cancerígenos para el ser humano. No obstante, simplemente con no abusar de su consumo nos bastaría para evitar en todo lo posible la aparición de un tumor debido a esto, y es que aunque la carne roja se confirmara como carcinógena para el ser humano, solo un 1 % de las muertes totales serían atribuibles a las dietas ricas en estos alimentos.


Visto esto, ¿qué podemos hacer para evitar padecer cáncer a lo largo de nuestra vida? Lo cierto es que aunque hay muchos factores de riesgo como la edad, la genética o la contaminación del aire (responsable del el 2,4% de las muertes por cáncer) que no podemos controlar, hay otros muy importantes que sí. El principal de ellos es el tabaco, al que se le atribuyen el 22% de las muertes, o el consumo de alcohol con un 7%. 

En el caso de padecer esta enfermedad, lo más recomendado es seguir únicamente los consejos de los médicos profesionales y tratarse únicamente con medicina científica y no con terapias alternativas que, además de ser ineficaces y suponer una pérdida de tiempo y/o dinero, pueden ser perjudicar a nuestra salud. Y es que tratarse únicamente con terapias alternativas puede duplicar el riesgo de muerte. Haciendo clic aquí podréis ver una lista de numerosas terapias que se publicitan y se practican sin haber sido demostradas científicamente. 

Fuentes de todos los datos estadísticos y de poblacionales: 
http://www.datosmacro.com/demografia/estructura-poblacion/espana
http://www.ine.es/jaxi/Tabla.htm?path=/t15/p417/a2015/l0/&file=01001.px
http://www.ine.es/jaxi/Tabla.htm?path=/t15/p417/a1999/l0/&file=01001.px

sábado, 7 de mayo de 2016

¿Qué es la IDA (Ingesta Diaria Admisible)?

Un dato que no mucha gente sabe es que nada es venenoso de por sí, sino que depende de la dosis que recibamos de ello. Así, nadie ha muerto por ingerir una molécula de cianuro o de veneno de serpiente, pero sí puede hacerlo si ingiere una cantidad más elevada. Por eso existe la Ingesta Diaria Admisible (IDA), que se puede definir como un índice capaz de medir el grado de peligrosidad de la ingesta de un aditivo alimentario.



La definición más formal  de la IDA expresa que es la cantidad aproximada (en miligramos) de un aditivo presente en un alimento, expresada en relación con el peso corporal y que se puede ingerir a diario, durante toda la vida de una persona, sin que llegue a representar un riesgo apreciable para la salud. De esta forma, puede situarse entre 0 y cualquier cantidad por miligramos por kilogramo de peso corporal al día.

Ahora bien, muchos pueden pensar que la IDA no tiene por qué ser muy exacta, y con acercarte a ella podrías estar realmente pasando de la dosis. Pues bien, quien dice esto es porque no sabe como funciona exactamente esto, y es que antes de que se publique la IDA tienen que realizarse rigurosas pruebas en laboratorio. La principal pega de esto es que las pruebas se realizan en diversos animales, pero no en humanos (esto se hace por la razón de que no es ético cargarse a decenas de humanos en un experimento). Una vez realizada la prueba en todos los animales y observada la cantidad que, tomada a diario, no afecta a ninguno de los animales del laboratorio, se obtiene un valor. Este valor aún no es la IDA que se establece para los humanos, y es que hay que tener en cuenta varios factores más, entre los que destacan dos principales:

- Que el ser humano sea más sensible al producto en cuestión que el más sensible de los animales sometidos a las pruebas.

- Que ciertas personas sean más sensibles al producto en cuestión que otros seres humanos.

¿Qué se hace ante estos problemas? Está claro que el resultado obtenido tiene que ser reducido, pues puede que realmente afecte a los seres humanos si no se hace, pero ¿hasta cuanto se reduce? Si pensáis que se divide entre dos o incluso entre diez para establecer la cantidad, aún estáis lejos de la cantidad real. El resultado obtenido en laboratorio se divide entre 100 para establecer la IDA en humanos. Así, si se obtiene que la dosis de aspartamo admisible por día es de 5 g/kg de masa corporal (que de hecho es lo que se obtuvo de verdad), esta cantidad se divide entre 100 y se sitúa así en 50 mg/kg de masa corporal. De esta forma, además de asegurarnos de que los seres humanos seamos más sensibles que cualquiera de los animales sometidos a prueba, también nos sirve para el caso de que, si alguien se pasa de la dosis diaria por una ingesta de alimentos excesiva (lo cual no es nada fácil), siga estando por debajo de la dosis.


Concluyendo esta entrada, podemos decir que podemos fiarnos una vez más de las leyes alimentarias que nos protegen a la hora de comer, y es que el hecho de ver un titular que diga "El aditivo X produce cáncer en ratones" no nos dice nada. Habría que ver en que dosis se producen problemas en la salud de los animales y compararla con la cantidad de esa sustancia a la que estamos expuestos los humanos.

Fuentes:
Wikipedia (IDA)
Eufic

lunes, 2 de mayo de 2016

¿Es mala la Coca-Cola Zero?

Hay quien dice que la Coca-Cola Zero es menos sana que la Coca Cola normal porque lleva productos químicos que son potenciales cancerígenos en seres humanos. Pero, ¿es esto cierto? Y en caso afirmativo, ¿podemos controlar la dosis de Coca-Cola Zero para que no nos afecte?



La Coca Cola presenta agua carbonada, azúcar, colorante negro (E150d), un acidulante común en todas las formas de Coca Cola (E338), y aromas naturales (incluyendo cafeína en todas salvo en la Coca Cola sin cafeína). Por contra, la Coca Cola Zero sustituye el azúcar por tres edulcorantes (E952, E950 y aspartamo) además de añadir un corrector de acidez. Para saber si realmente es la Coca Cola Zero más perjudicial que la Coca Cola normal, vamos a averiguar si estos ingredientes están o no en unas medidas que no afecten a los consumidores:

-E952: También llamado ciclamato, es un edulcorante no calórico considerado hasta 50 veces más dulce que otros endulzantes bajos en calorías. Su ingesta diaria admisible (IDA) está considerada por las autoridades sanitarias en once miligramos por cada kg de peso corporal al día. En mi caso (tengo una masa de 73 kg), podría ingerir un máximo de 803 mg de E952 cada día sin ver afectada mi salud.

Ahora bien, se sabe que la Coca Cola Zero tiene entre 18 y 22 miligramos de ciclamato por cada 100 mL. Poniéndonos en el peor de los casos, mi salud se vería afectada si cada día bebiera más de 3 litros y medio de Coca Cola Zero (11 latas o casi dos botellas). Ante esta cantidad de bebida, creo que debería preocuparme más por los riesgos que presentaría introducir tanto líquido en mi cuerpo en tan sólo un día que por el ciclamato. 


Si lo comparamos con la Coca Cola normal, que tiene azúcar en lugar de ciclamato, observamos que la IDA de azúcar está establecida en unos 50 gramos al día por persona. Dado que una lata de Coca Cola tiene aproximadamente 37 gramos de azúcar, tan sólo haría falta una lata y un tercio de otra para pasarse de la IDA de azúcar. Con esto, podemos que concluir que, al menos respecto al E952, la Coca Cola Zero es más segura que la normal.

-E950: Se trata de acesulfamo-K, y es un edulcorante sintético que endulza 200 veces más que el azúcar. Como tiene un sabor amargo, suele combinarse con otros elementos edulcorantes, que en este caso son los que nos quedan por ver.


La IDA de esta sustancia es de 15 mg por kg de peso corporal, lo que se traduce en mi caso en 1'1 gramos al día. La cantidad máxima de acesulfamo K en los productos de Coca Cola a nivel mundial es de 50 miligramos por cada 100 mL. Por lo tanto, volviéndome a situar como sujeto de pruebas, me estaría pasando si tomara más de 2'2 litros de Coca Cola Zero (6 latas y dos tercios) cada día, una cantidad no tan alta como la del ciclamato pero que sigue siendo excesiva.

Si lo comparamos con la Coca Cola normal, también vemos que es más fácil pasarse de la IDA en esta que en la Zero, pues hace falta beber casi 5 veces más cantidad de Zero para pasarse en acesulfamo que de normal para pasarse en azúcar.

-Aspartamo: Al igual que los anteriores compuestos, se trata de un edulcorante no calórico que es entre 150 y 200 veces más dulce que el azúcar. Este es probablemente el más polémico de todos los compuestos que lleva el producto que estamos analizando, pero ¿es realmente peligroso o ocurre lo mismo que con los anteriores?


Lo cierto es que el comité conjunto de expertos de la FAO y la OMS ha establecido en 40 mg/kg de peso corporal la IDA, mientras que la FDA lo hace en 50 mg/kg. Como vemos, en cualquiera de los dos casos en incluso más seguro que los elementos anteriores. De todos modos, vamos a volver a hacer las mismas cuentas de antes para saber a partir de cuanta cantidad de Coca Cola nos afectaría. Dado que me gusta asegurarme, vamos a coger el peor de los datos, el de la FAO y la OMS. Si utilizo de nuevo mi peso, me saldría que si ingiero más de 2'92 gramos de aspartamo por día podría ver afectada mi salud. Dado que una lata de CocaCola Zero tiene 0,18 gramos de aspartamo, en mi caso harían falta unas 16 latas para superar la IDA.

De nuevo, vuelve a ser más segura la Coca Cola Zero que la normal en este aspecto.

-E331: La última diferencia entre Coca Cola Zero y normal es el corrector de acidez (citrato de sodio) que presenta la primera y no la segunda. Siempre se han situado en el foco de atención a los edulcorantes, pero para estar totalmente seguros y afirmar que la Coca Cola Zero no es peor que la normal hace falta revisar también este aspecto.

Pues bien, aquí acabamos rápido, y es que la FDA ni si quiera ha puesto una ingesta diaria máxima para esta sustancia por considerarlo totalmente inofensivo.

Para finalizar esta entrada, habría que resolver dos de las posibles críticas que se me podrían hacer por no haber dado toda la información:

- "¿Y si esos elementos reaccionan entre sí para dar otro más peligroso que sí sea perjudicial?". Lo cierto es que todos los aditivos alimentarios están sometidos a un riguroso examen en el que se ha comprobado que ni se acumulan en el cuerpo ni reaccionan con otras sustancias que ingerimos dando un potente veneno. Si cualquiera de estos aditivos es legal es porque no va a ocurrir esto.

- "Pero estos aditivos no solo se encuentran en la Coca Cola, también lo están en multitud de productos y tomar varios de ellos puede afectarnos". Lo cierto es que esto también está muy controlado, y es que aunque otros productos puedan contener aspartamo o acesulfamo k, la dosis también tiene que ser exageradamente elevada para que uno se pasa de la IDA. Puede que un dulce también tenga aspartamo, pero vendrá en una cantidad incluso menor que la Coca Cola o también hará falta tomar muchos dulces para pasarse de la IDA a pesar de haber tomado Coca Cola Zero antes.

Para finalizar la entrada, habría que concluir que la Coca Cola Zero no solo no es mala en unas dosis normales (e incluso en algunas altas como  latas de refresco), sino que es incluso más segura que la Coca Cola con azúcar.

Fuentes:
Wikipedia (Ciclamato)
Aditivos-alimentarios
InstitutoDeBebidas
Wikipedia (aspartamo)
El blog de búho
NutriTienda